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40 Dios ha oscurecido sus ojos
y endurecido su corazón,
de tal manera que sus ojos no ven
y su inteligencia no comprende;
así que no se vuelven a mí
para que yo los cure.

41 Isaías dijo esto porque había visto la gloria de Jesús, y por eso hablaba de él.

42 A pesar de todo, fueron muchos, incluso entre los jefes judíos, los que creyeron en Jesús. Pero no se atrevían a manifestarlo públicamente, porque temían que los fariseos los expulsaran de la sinagoga.

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